Aprendí a depender de Dios. De hecho, sentíamos que habíamos recibido la sentencia de muerte. Pero eso fue para que confiáramos no en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos. Él nos libró de tan mortal peligro, y nos librará. En Él hemos puesto nuestra esperanza de que nos librará de nuevo. 2 Corintios 1:9-10
0
0
comentario 0