La religión se aprovecha de los débiles (valga la redundancia). Esa debilidad puede provenir de la voluntad, la mente o el cuerpo.
Si uno es fuerte, no necesita un padre celestial mágico de fantasía.
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La religión se aprovecha de los débiles (valga la redundancia). Esa debilidad puede provenir de la voluntad, la mente o el cuerpo.
Si uno es fuerte, no necesita un padre celestial mágico de fantasía.