Atletas desconocidos

Atletas desconocidos.

A menudo oímos o leemos sobre futbolistas, tenistas, golfistas o jugadores de baloncesto famosos que ganan miles de millones. Pero ¿se reparten equitativamente las ganancias de un atleta? Me explico: un futbolista famoso juega noventa minutos, quizá menos, quizá ni siquiera juegue, y gana millones.

Un tenista desconocido (o de cualquier otro deporte, incluso uno poco conocido) corre de un lado a otro durante tres horas y gana muchísimo menos, ¿verdad? Muchos atletas de todo el mundo han venido a estos Juegos Olímpicos, y la mayoría tiene que trabajar (un trabajo de verdad) para mantenerse. A veces, estos campeones sobrepagados tienen rabietas (sí, rabietas como niños), ¿porque no son humildes? Pensemos en la cantidad de sacrificios que tiene que hacer un atleta (y no solo él). Empieza desde la infancia: después del colegio hay que llevarlos a hacer deporte. Empieza un día a la semana, luego dos, y acaba siendo todos los días. Padres o abuelos llevan a estos niños a gimnasios, piscinas o campos de fútbol, ​​haga sol o llueva, desde la primavera hasta el invierno. Luego, a medida que crecen, hay que llevarlos a competiciones, comprar uniformes y accesorios. Cuando por fin se independizan, padres, amigos y familiares siempre esperan que estos atletas se conviertan en campeones. Cuando las cosas les salen bien y llegan a los Juegos Olímpicos, su alegría es inmensa. Si ganan una medalla, se desata la locura. Así que les digo a estos pseudocampeones sobrepagados: sean humildes, piensen en quién volverá a trabajar después de los Juegos Olímpicos. Quizás incluso sin una medalla.